Los articulillos del cuaderno de Antonio Balsalobre

Solidaridad con mis paisanos socialistas

Más de 70 sedes del PSOE, entre ellas la de Cieza, mi pueblo, han sufrido ataques vandálicos desde el inicio de las protestas. Toda una embestida antidemocrática a la convivencia, a la libertad y hasta la propia Constitución, que debería preocuparnos a todos, más allá de lo que piense y defienda cada cual. De ahí que no haya dudado ni un momento en suscribir el manifiesto de ámbito local que condena este atropello. Inadmisible es, además, que estos ataques físicos vengan acompañados de otros verbales, cuando no intimidatorios y violentos, contra personas de izquierdas. Obvia decir que en ningún caso pueden ampararse estas agresiones en el inalienable derecho ciudadano a la libre expresión y manifestación, que todos (o casi todos) defendemos y respetamos. Nadie se podrá creer, por otra parte, que estos ataques vienen de la nada. Es notorio que han sido alentados directa o indirectamente por partidos ultras y cierta derecha. Por nostálgicos del franquismo en unos casos, y por políticos que se resisten a aceptar el resultado de las urnas y la legalidad parlamentaria, en otros. Por fortuna, la democracia española seguirá su camino. Vaya desde aquí mi solidaridad con mis paisanos socialistas.

Escuchar y valorar

Empecemos por no negar la mayor. El acuerdo con los independentistas para la investidura de Sánchez, que incluye la amnistía para el procés, ha resultado desde el principio un arriesgado ejercicio acrobático consistente en hacer de la necesidad virtud. Dicho esto, dejemos la necesidad y pasemos a la virtud. Desde que me conozco, siempre que no ha habido mayoría absoluta, los nacionalistas han condicionado los gobiernos de España. Y en todos los casos se ha dicho -tengamos memoria- que se estaba yendo demasiado lejos. Está vez no iba a ser menos. Lo de que esto es una dictadura, peor que el terrorismo de ETA o el 23F, lo dejamos para incluirlo en la próxima versión actualizada del Apocalipsis. Escuchemos, en cambio, a quienes critican la retórica independentista incluida en el acuerdo o falta de claridad en la alusión al lawfare por el riesgo que supone para la separación de poderes. Y valoremos en su justa medida lo que supone el regreso de los independentistas al marco constitucional, la mejora de la convivencia en un territorio fracturado, o el compromiso de negociar dentro de la legalidad.

Ojalá la serenidad y el entendimiento se impongan al ruido y la furia.

Stop genocidio

Es una buena noticia que el domingo pasado se movilizaron en Francia cientos de miles de manifestantes contra el antisemitismo. Yo mismo hubiera estado en esas manifestaciones de haber podido. Como también lo ha sido que el viernes por la tarde tuviera lugar en Cieza una concentración para denunciar el genocidio que está cometiendo el gobierno israelí, en su guerra con Hamás, contra el pueblo palestino. Y a la que en este caso sí pude asistir. Son tan espeluznantes las imágenes que nos llegan desde Gaza que incluso dirigentes occidentales hasta ahora condescendientes con los bombardeos indiscriminados contra hospitales, escuelas o barrios enteros están empezando a alzar la voz. El propio Blinken ha dicho (bien es verdad que tímidamente, pero algo es algo) que se debe hacer mucho más para proteger a los civiles en el conflicto, o que “demasiados palestinos han muerto”. Más de 11.000, entre ellos 5.500 niños y niñas, para ser precisos. O el mismísimo Macron, que ha pedido a Israel que deje de “matar a bebés y mujeres en Gaza”. Todos condenamos, no nos cansaremos de repetirlo, las acciones terroristas de Hamás. Al tiempo que defendemos el derecho del pueblo palestino a tener su propio estado. Pero también condenamos que Netanyahu y su gobierno sigan con sus crímenes de guerra o que quieran convertir Gaza en una inmensa fosa común.